lunes, junio 22, 2009

Death Show


Hace muchos años en las librerías de viejo de la Ciudad de México, me encontré con un libro que me llamó la atención. Se llamaba Death Show del autor Luis Casas, editado por Joaquín Mortiz en 1981.

El libro, detallaba una sociedad futurista en la que, harta del poco grado de peligrosidad que representaban la pornografía y las drogas, ahora se dedicaban a asistir a eventos donde el atractivo era la muerte de alguna persona. En un principio estos shows eran clandestinos y exclusivos, pero poco a poco fueron ganando terreno hasta su oficialización. Así, el autor sustituía los clubes de table-dance y strippers por lugares tenebrosos donde alguien era sacrificado o se auto-inflingían la muerte (recuerdo que el libro tenía planos arquitectónicos detallados sobre la construcción de dichos lugares de muerte).


Y tal parece que finalmente hemos llegado a ese punto: la muerte es el nuevo espectáculo por el placer que provoca lo que está prohibido.


Desde hace tiempo ha existido gente que se dedica a comerciar con la muerte (y no hablo del culto a la Santa Muerte, que eso también es otro negociazo). Recuerdo que en los 90 en el Tianguis del Chopo, buscando películas aún en VHS, me topé con un título que decía Faces of Death. Le pregunté al tipo del puesto de qué director era y me dijo "¿no sabes de que se trata?", a lo que respondí negativamente.

Quizás tenía la intención de vendérmela sin decirme, pero se condolió de mí y me explicó que eran escenas que se editaban de los noticieros porque tenía muertes violentas y reales (mutilaciones, fusilamientos, suicidios, asesinatos, ahorcamientos, ejecuciones). Claro que me ganó el morbo y tomé el video que decía Faces of Death X pero el tipo dijo que iba por niveles y que esa era la diez. Después de ver la uno, no quise saber de la dos ni las subsecuentes.


Poco después se comenzó a hablar mucho sobre las películas snuff, en las cuales se tortura y asesina a una persona con lujo de detalles y violencia (y por las cuales se pagan cientos y a veces miles de dólares). Inclusive películas comerciales como Tesis y 8mm nos acercaron de manera muy sanitizada al asunto.

Con la llegada del Internet el asunto se volvió más libre habiendo páginas especializadas en presentar todo tipo de muertes (desde matanzas de animales de granja hasta accidentes de tráfico) como rotten.com que funciona desde 1996. Hay otros más inofensivos como Celebrity Morgue o Rotten Dead Pool que se dedican a recopilar los fallecimientos de diferentes personalidades de todos los ámbitos, algunos incluso tienen fotos de sus tumbas y cuando se puede de sus ataúdes.


En recientes días el famoso sitio de videos You Tube ha hecho públicas imágenes de muertes como la de Steven Irwin "El Cazador De Cocodrilos", la ejecución de Saddam Hussein y la autopsia del cantante Valentin Elizalde (con música del programa del cómico inglés Benny Hill de fondo).

Pero que estas escenas sean las más buscadas en internet y otros medios tiene su origen en los medios de comunicación convencionales: radio y televisión.


¿No han notado que de repente los noticieros de vuelven un catalogo de las situaciones más terroríficas? Enfermedades nuevas y mortales, asaltos, explosiones, choques, violaciones, drogas, etc.

¿Estamos ante una descomposición moral de la sociedad? El encumbramiento del criminal como depositario de todos los males y figura anti-autoritaria (como La Mata Viejitas, el Chapo Guzmán o Diego Santoy Riverol) y sus crímenes convertidos en espectáculo de entretenimiento cotidiano, han hecho que la gente sea cada vez más insensible ante la muerte y el dolor ajeno (el abandono de los mineros de Pasta de Conchos, la masacre de Acteal, las muertas de Juárez, los más de 3 mil muertos en Irak o los muertos del reciente conflicto en Oaxaca no han generado una reacción multitudinaria al nivel de los millones que se mortificaron con la muerte de Mariana Levy por ejemplo).


Sin embargo, el objetivo de permitir que esas imágenes sean difundidas a nivel nacional en cualquier noticiero o sitio de Internet (que en éste último obedece en gran parte a mero morbo) es sembrar el miedo. La mejor arma que tienen los gobiernos para controlar a su población es el terror. Aunque en algunos casos ya superamos las atrocidades de Noriega, Pinochet o Gustavo Díaz Ordaz, en nuestros días se tienen métodos más sutiles de ejercer esa presión.

Es mucho más fácil tener a la gente dócil en su sillón frente al televisor, vapuleada por horarios de trabajos deshumanizantes y sueldos de miseria, que mandar comandos armados a amenazar a toda la ciudad. Las noticias alarmistas ocupan la mayor parte de su tiempo al aire. Una vez que ya tienes dócil y aterrada a la gente es donde entra la ganancia del sistema: obediencia y consumo.


Si la gente está temerosa buscará refugiarse en las instituciones para que la defiendan, a su vez estas instituciones le darán los artículos de consumo necesarios para defenderse o evadirse del horror en el que viven.


Nos están tratando de vender la muerte como un espectáculo, para volvernos cada vez más insensibles ante las atrocidades por venir. La tirada es que a futuro (y ya me estoy poseyendo del espíritu de Luis Casas) veamos estas cosas como cotidianas y no nos inmutemos cuando veamos o escuchemos las futuras masacres. Hay gente a la que genuinamente le gusta ver a la gente morirse (muchos de ellos detentan las principales posiciones de poder).

Y como todo en esta vida tiene solución (menos la muerte) sigan mi consejo: enciendan el cerebro y apaguen la televisión.

Ivan El Patas
www.rockandroll.com.mx

1 comentario:

Lalo dijo...

Oye amigo y de casualidad no sabes donde consigo el libro ¿?
Gracias.